A cinco meses de las elecciones generales, el Perú sigue atrapado en el mismo ciclo de incompetencia política. Cinco de cada nueve alcaldes no han ejecutado ni la mitad de su presupuesto, mientras el país se hunde entre obras paralizadas, corrupción y promesas vacías.
Distritos como San Marcos (Áncash), el más rico del país con más de S/900 millones en presupuesto, apenas ha gastado el 44%. En Pataz (La Libertad), su alcalde reclama más recursos, pero su ejecución no llega ni al 40%. Los millones están, pero la incapacidad también.
No se trata de falta de dinero, sino de falta de gestión, liderazgo y voluntad política. Alcaldes que no saben planificar, equipos técnicos que cambian cada seis meses, y un Estado que sigue premiando la improvisación.
Mientras tanto, el Congreso discute la Ley de Presupuesto 2026, pero nadie se pregunta para qué se necesita más dinero si el que ya tienen se pierde entre trámites, favores políticos y burocracia sin rumbo.
El país no puede seguir en manos de los mismos mediocres que confunden “gobernar” con “sobrevivir en el cargo”. El verdadero cambio no vendrá con más presupuesto, sino con autoridades que sepan usarlo, sin robarlo.
El cambio de ciclo de esta incompetencia comienza en abril de 2026, cuando los peruanos tengamos la oportunidad de elegir líderes capaces, libres de corrupción y con visión de país. Porque el Perú no necesita más dinero, necesita gente que sepa trabajar por su pueblo.