En Lambayeque se preparan para recibir la visita del Papa, pero la realidad que encontrarán los visitantes y peregrinos será la misma de siempre. Obras inconclusas, defensas ribereñas olvidadas y promesas incumplidas. Se habla de la “Ruta del Papa” como si fuera un atractivo turístico, pero basta recorrerla para darse cuenta de que todo está tirado.
El alcalde de Íllimo, Juan Pablo Santamaría, ya advirtió que las defensas del río La Leche siguen en cero, y que si las lluvias de febrero o marzo golpean, la población quedará desprotegida. A esto se suma la suspensión de proyectos por parte de la Autoridad Nacional de Infraestructura (ANIN), que no tiene presupuesto suficiente. El supuesto “alivio financiero” de entre 800 y 1000 millones de soles que anunció el Ministerio de economía no alcanzará ni de lejos para cubrir todas las necesidades del país.
Aquí no se trata de embellecer calles para la foto, se trata de garantizar la seguridad de miles de familias que viven con el miedo constante a perder sus hogares y cultivos, frente a cada temporada de lluvias. Una cosa es maquillar para la visita, y otra muy distinta es arreglar de fondo los problemas que arrastramos por años.
Mientras se organiza la llegada del Sumo Pontífice, Lambayeque queda como vitrina del abandono estatal. Porque la fe de la gente no puede seguir siendo la excusa para tapar la inoperancia de las autoridades. Necesitamos un cambio de ciclo que exija más que discursos. Requerimos obras reales, bien hechas y pensadas para proteger vidas, no solo para salir en la foto del día de la visita.