El Congreso volvió a patear el problema. La Comisión de Energía y Minas aprobó ampliar hasta diciembre de 2027 el Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo), la única puerta, y a veces la única excusa, que tienen miles de mineros artesanales para llegar algún día a la formalidad de parte del Estado.
Lo que debería ser una reforma real se volvió, otra vez, una extensión. Un respirador artificial para un sistema que desde hace más de una década está roto.
Mientras en Lima se discuten dictámenes, en las zonas mineras del país la vida sigue igual, con trámites imposibles, procesos que duran años, requisitos sin acompañamiento técnico, y con cientos de miles de hectáreas inutilizadas, producto de concesiones ociosas de las grandes mineras.
La ampliación del Reinfo puede sonar a “alivio”, pero en el fondo es una confirmación más de lo evidente. El Perú no tiene una política minera artesanal digna, moderna ni realista. Miles de familias sobreviven en la informalidad porque el Estado no reconoce la realidad productiva de su propio país.
Así, un sector que aporta, produce y sostiene economías locales es tratado como delincuente, cuando en realidad lo único que piden es trabajar en paz.
Es inaceptable que cada tres meses, miles de peruanos que dependen de la minería no formalizada vivan en la incertidumbre y el terror, sin saber si podrán seguir trabajando para sostener a sus familias. El Congreso peruano parece no haber entendido la gravedad de esta situación: el minero informal no es un criminal, sino la víctima de un sistema político y burocrático que, al no ofrecer vías de formalización reales y efectivas, condena a miles a la precariedad y los margina de la economía formal.
Una verdadera Reforma Minera no puede seguir postergándose. Tiene que incluir un proceso de formalización realista, acompañamiento técnico, inclusión financiera, acceso a tecnología limpia, simplificación de trámites, y un Estado que trabaje con el minero, no contra él.
Perú necesita con urgencia dejar de ser un país que solo administra la pobreza para convertirse en una nación que administra y fomenta la producción. Para lograrlo, la clave es un liderazgo con visión de futuro, que deje atrás a congresistas que solo extienden plazos. En este momento, el Presidente de Transición José Jerí, tiene una oportunidad de oro para trascender. Debe definir si su periodo será recordado por sentar las bases de un legado positivo de cambio y desarrollo, o si, por el contrario, su gestión pasará al olvido simplemente por entregar el cargo sin haber tomado decisiones fundamentales.
La minería artesanal no es un problema: es una oportunidad. Y mientras sigamos tratando a los mineros como ciudadanos de segunda, seguiremos desperdiciando una fuerza productiva que podría sacar adelante a miles de familias, y al país entero.