LAMBAYEQUE NO PUEDE SEGUIR ELIGIENDO A LOS MISMOS

En Lambayeque la historia se repite con distintos nombres, pero el mismo guion. Hoy le toca a la Municipalidad de José Leonardo Ortiz. El alcalde Elber Requejo y ocho de sus altos funcionarios están bajo la lupa de la Fiscalía Anticorrupción por presunta malversación de fondos y retraso deliberado en el pago de sentencias laborales a trabajadores municipales.

No hablamos de un simple “error administrativo”. Según la carpeta fiscal, en JLO habría existido un patrón sistemático en el cual había presupuesto para pagar sentencias firmes a favor de trabajadores, pero los pagos se retrasaban, se recortaban o simplemente no se ejecutaban. En mayo no se pagó nada pese a estar programado, y entre junio y septiembre se desembolsó menos de lo proyectado.

¿La sospecha de la Fiscalía? Que la plata destinada a cumplir fallos judiciales habría sido desviada para otros fines, lo que encaja de lleno en el delito de malversación.

Mientras tanto, los funcionarios investigados (gerente municipal, contadora, tesorera, administrador, secretaria general, procurador y jefa de planeamiento) parecen haber olvidado algo básico. En el Perú, la Constitución dice que las remuneraciones y beneficios laborales tienen prioridad sobre cualquier otra obligación. Pero en José Leonardo Ortiz la prioridad habría sido otra.

Este caso es el espejo de lo que pasa en todo el país cuando elegimos autoridades con prontuario, sin capacidad y sin respeto por la ley. Lambayeque lo sabe bien. Alcaldes investigados, obras a medias, trabajadores esperando justicia mientras se juega con el presupuesto como si fuera botín político.

Y ahora, con las elecciones presidenciales y parlamentarias del 2026 en la puerta, la pregunta es directa, ¿vamos a seguir eligiendo la misma clase de políticos a nivel nacional y regional, para luego sorprendernos de que los municipios, gobiernos regionales y ministerios funcionen igual que José Leonardo Ortiz?

Existen varias acciones para generar un cambio de ciclo político real, como dejar de votar por apellidos reciclados y autoridades con causas abiertas, exigir candidatos con manos limpias, capacidad de gestión y coraje para enfrentar la corrupción, y entender que cada voto que ponemos en un corrupto es un año más de atraso, abandono y abuso.

Si queremos que los recursos lleguen a la gente y no terminen atrapados en redes de corrupción, el cambio no empieza en una carpeta fiscal, empieza con tu voto.


El 2026, Lambayeque tiene la oportunidad de romper el ciclo. O seguimos eligiendo a los que malversan y mienten, o apostamos por un presidente y un Congreso que no le deban nada a nadie, salvo a los peruanos que los eligieron.

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