Nada cambia cuando los mismos políticos siguen al mando. La precandidata a la vicepresidencia por Alianza Para el Progreso (APP), Jessica Tumi Rivas, no solo ocupa un cargo público, sino que usa los recursos del Estado para hacer campaña política.
Como directora del programa Llamkasun Perú, del Ministerio de Trabajo, Tumi ha recorrido el país con fondos públicos y cámaras oficiales, pero en lugar de difundir su labor institucional, publica el material en sus redes personales, con los colores y símbolos de su partido.
En cada video y fotografía, los tonos azul y rojo (los mismos de APP) resaltan más que los del propio programa estatal.
De los 40 viajes que ha realizado durante su gestión, los cuales por obligación, deberían comunicarse a través de las cuentas oficiales del Ministerio de Trabajo, ninguno aparece en esos canales institucionales. En cambio, toda la información se publica en su cuenta personal, donde esta “joyita” se dedica a promover su imagen y hacer campaña política.
La historia es repetida. La política peruana convertida en un negocio de autopromoción con dinero de todos los peruanos. Lo más grave es que ni el Ministerio de Trabajo ni el propio programa han dado explicaciones. El silencio, también es complicidad.
Y detrás de todo, una figura conocida por conflictos de interés y casos de corrupción. César Acuña, dueño del partido y maestro de la corrupción política, vuelve a repetir el guion de siempre. Usar el poder, los recursos y los programas sociales para pavimentar su camino electoral.
Mientras tanto, los peruanos seguimos pagando los viajes, los videos y las campañas de los mismos corruptos de siempre. Porque en este país, la corrupción no solo roba dinero, sino que roba confianza y esperanza.
El cambio de ciclo que necesita el Perú significa poner fin a este abuso constante del Estado, donde el poder se hereda, los cargos se compran y las instituciones se usan como vitrinas electorales. Solo cambiando a quienes entienden el poder como propiedad personal, el Perú podrá comenzar de nuevo.