EL NORTE MINERO NO PUEDE SEGUIR ESPERANDO

De acuerdo a cifras de la Asociación de Exportadores (Adex), y el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), las agroexportaciones han logrado desplazar a la minería como motor principal del Producto Bruto Interno (PBI) peruano. Es un logro importante y debe reconocerse, porque la agricultura organizada y moderna genera empleo y desarrollo. Pero también es una señal de alerta. El Perú, con uno de los mayores potenciales mineros de Sudamérica, sigue desperdiciando su riqueza por falta de visión y por un sistema incapaz de integrar a todos.

La realidad es que mientras la agroexportación avanza, la minería se frena no por falta de recursos, sino por falta de reformas. Cientos de miles de mineros informales en el norte y en todo el país trabajan en la sombra, sin apoyo técnico ni legal, perseguidos por un Estado que los margina en lugar de darles las herramientas para formalizarse y convertirse en generadores de empleo e impuestos.

A esto se suma el absurdo de las miles de hectáreas de concesiones ociosas que las grandes empresas, como La poderosa, mantienen sin explotar. Terrenos que permanecen abandonados por años, sin generar riqueza ni trabajo, y que podrían ser la base para que los mineros artesanales, formalizados y regulados, puedan producir de manera segura y responsable. En vez de dejarlas tiradas, es hora de que el Estado abra esa puerta y convierta el abandono en oportunidades.

Una Reforma Minera seria y urgente permitiría que esos trabajadores se conviertan en parte de un sistema productivo que fortalezca las regiones. Los ingresos podrían multiplicarse, los conflictos sociales disminuirían y el Perú podría dar el salto hacia convertirse en una potencia continental de la minería, complementando la agroexportación.

El norte, con sus grandes yacimientos, no puede seguir esperando. El futuro productivo del país pasa por hacer de la minería un motor real de desarrollo, con reglas claras, apoyo a la formalización y un Estado que entienda que sin minería organizada y competitiva, estamos dejando enterrada una de nuestras mayores oportunidades de prosperidad.

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