Un servicio de salud enfermo y vergonzoso. Esto ya es el colmo. Aunque usted no lo crea, un paciente que debía ser trasladado de un hospital a otro en Chiclayo no fue llevado en ambulancia, como corresponde. Fue cargado en la tolva de una camioneta, como si fuera un saco de papas. Un hecho indignante que refleja el nivel de abandono y precariedad al que ha llegado nuestro sistema de salud.
Las autoridades de Salud (SIS y EsSalud) obviamente se desentendieron negando que el paciente haya llegado a algún centro público, por lo que se presume fue llevado a una clínica privada.
¿Dónde están las ambulancias? ¿Dónde está la logística, la dignidad, la atención básica que cualquier ciudadano merece? Esto no ocurrió en una zona remota de la selva o los Andes. Ocurrió en una ciudad importante, capital de región.
Mientras se gastan millones en consultorías, viajes y sueldos dorados en los ministerios, la gente se muere esperando una ambulancia que nunca llega. No hay camas, no hay insumos, no hay vacunas. Y cuando hay personal médico dispuesto a hacer su trabajo, no tienen herramientas para salvar vidas.
Esto es un reflejo de cómo se prioriza cualquier cosa menos el bienestar ciudadano. En Lambayeque, como en tantas otras regiones, la salud pública está abandonada y los ciudadanos quedan a la deriva.
El Perú necesita con urgencia una reforma integral del sistema de salud. No podemos permitir que escenas como esta se repitan, porque mientras el Estado siga dando la espalda, será la gente la que pague las consecuencias. Con su salud y con su vida.